miércoles, 15 de noviembre de 2006

De la mano (un plagio de "temporada de patos")


Foto: Yo

Por “mi marido, el cabrón director de cine”


La semana pasada fui director de cine. La primera foto te la tomé con un payaso, pero fue la mejor. Me gusta, me gustas. La sonrisa me revoloteaba y no sabía que era por tu culpa. Había calificado en la primera cosa con vos.
El abrazo atento me decía “hola, llegué”. Quito entraba en frío y Toñito se despedía en un fuerte atrancón. No lo llegaste a ver.
La farándula y la parafernalia fílmica corrían por las venas mientras por el ventrículo izquierdo crecías.
Los brasileros y uruguayos fueron el primer aventón. La sala casi vacía de la casona estaba caliente mientras yo ardía a tu lado cuando no dormía. La Loren y Marcelo nos daban show. Yo sólo quería tu mano.
En la entrevista ejerciste un poder conmovedor, pero te largaste. Para colmo a la gala llegaste con dos del brazo. Me ericé. Carajo, que lo hice.
Pero llegó el fin. “Cuando me toque a mi” y lloraste, debimos caminar bajo la lluvia. La fiesta terminaba y con ella la década perdida de los 20. Y tuve que gritarlo. 22:30 fue la hora en la que la mano me la diste en serio.
Cena, charla y el primer juego a ser novios. Las manos se nos cogieron bajo la mesa durante toda la comida. Sabía que lo lograría. Me atraganté con el aguardiente anisado mientras esperabas el bodka, y cuando llegó la cosa cambió. Del chafo fallido no me quiero acordar.
Bailamos, lo hicimos, quien lo creyera. Y me divertí. Las primeras caricias, y el como jugabas con mis cuatro pelos me enternecieron. Es la primera vez que le debo agradecer a una mala canción el primer beso. No lo olvidaré.
Esperamos que las espías bajaran del auto. Este man se levantó. Salimos de la mano, la noticia ya estaba en boca de todos.
Borracho aún te desperté, me puteaste. Era sábado. Luego no entendí que los domingos no existes. Tus “compromisos” me enervaron. Fue nuestra primera carajeada.
Noche de cine. Era el 31. El arroz que caía en la sala presagiaba nuestra primera “boda”. Primera fila y me besabas, no te solté la mano. Media de vino en el auto, en la esquina.
Tu “novia” te invitó, yo me colé. Bebimos y el primer te amo salió. El vino lo ayudó.
El feriado llegó. Trabajabas, yo para colmo sin nada que hacer. El sillón azul ya te esperaba. Club verde. Un desliz nos llevó a fumar y tuvimos que sacar a patadas a los fantasmas y lo logramos. El resto no lo sé, pero desperté contigo, mi cama me lo agradeció. Las sabanas de franela no se enojaron.
Después un sacudón me entristeció. La rabia me llevó al mail. Gracias a Dios pasó. Fue mi primer día de fotógrafo.
El cine mañanero nos reencontró. Dijiste que estaba lindo, yo para entonces no podía verte de otra forma. Los amigos, la biela, el frío, el chino, todo de la mano, cada uno en su lado favorito de la calle. Y de la mano. La noche terminó en el Hoy.
Jueves, a cine otra vez. Dijiste que te irías a Palestina y me asusté. Que tan lejos está eso? Lo más cerca que llegamos fue donde los hindúes y me salvaste de las cebollas. En el café te tomé la foto “temporada de patos”, luego dijiste no se que de la dependencia y te besé en la calle. Me dejaste en la casa.
Emiliana Syriah, marlboro blanco y rojo, tacos, café y café con tu gota de leche. El sillón azul nos reconoció y calzamos a la perfección. Manhattan, David, Placebo…, ya era nuestro rincón. Tu cachetero era negro. Fueron dos veces en el sillón, luego en la cama supimos que solo era cuestión de practicar. Me dormí, te fuiste.
Domingo de cine, periodismo, cuñada y amigos. Llegué a la una.
Lunes de oficina. Hablaste del dedo ejercitado. Ahora entiendes el nombre?
Los momentos se me confunden, se me repiten. Todo ha sido uno sólo. Al fin llegaste.
Ayer tenías los Homeros en los pies. Con el pulgar alzado y la sonrisa en los labios me aprobaste. Nos va a ir bien, lo sé.
Mucha cronología sí, quizá, mucha vida también.
Estás en la memoria, no quiero arrancarte. Quiero volver a ver la temporada de los patos a los noventa.
Mi musa, mi mejor actriz.
Te amo, no me ha costado nada.

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