martes, 21 de noviembre de 2006

Con el pequeño espía


Foto: Yo.

El pequeño me espía. Arnold tararea cualquier cosa y él lo escucha atento, mientras mi sombra cruza como inerte. Otro de esos aguaceros quiteños que nos mojan las botas y que nos amarga el amargue.
La tarde sigue igual a la mañana, la penuria de las letras de más absorbe cada instante de posible sobriedad. Embriagado entonces de arrebato escribo cualquier panfleto, cualquier pendejada que me ahogue la garganta antes de gritar y asustarlo.
Él come cachitos, menos mal ni se inmuta.
Cobijado estaré ahora con su abrigo antes de querer volar por la ventana. Por suerte él siempre es mi más grande alimento. Llegó, veo que la noche será diferente.

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